A finales del siglo XVI, con la llegada de los misioneros agustinos a territorio chileno, se da a conocer, a la tradicional devoción de la Virgen, con la advocación «del Carmen». En esta nueva realidad social y cultural hispano-católica, son los fieles católicos, en su mayoría, quienes van infundiendo una profunda veneración por esta nueva expresión, en un marco religioso, de lo que todo cristiano conoce como Virgen María, lo que ayuda a su rápida aceptación.
La tradición histórica religiosa sitúa la manifestación de la Virgen del Carmen en tierras palestinas, específicamente en un cordón montañoso denominado del Carmelo. Se dice que su nombre derivaría del hebreo Karmel, que quiere decir «jardín». Es en estas regiones que ya en el siglo VI existía un monasterio dedicado al culto de la Virgen del Carmen, pero no será hasta el siglo XIII que por órdenes del Papa Honorio III, se reglamenta el estilo de vida de los «ermitaños» asentados en el Monte Carmelo, quienes serían conocidos como «Los Hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo» y que posteriormente toman el nombre de Orden de los Carmelitas.
En la historia de Chile, la Virgen del Carmen posee una profunda relación con los misioneros agustinos, como ya mencionábamos mas arriba, simbolismo virginal que tiene una explosiva aceptación en el pueblo, gracias a su difusión por parte de esta Orden misionera y al instituirse cada 16 de julio la «Fiesta de Nuestra Señora del Carmen», principalmente en la época de la llamada «Independencia Nacional». Son las Fuerzas Armadas quienes fundamentalmente, reconocen en la Virgen del Carmen a la fuerza protectora, de valor e intercesión de los ejércitos, no solo chileno, sino también argentino, el denominado Ejército Libertador. Es en este contexto, que los generales O’Higgins (Chile) y San Martín (Argentina) invitan a sus oficiales y sus correspondientes tropas a juramentar fidelidad a la Virgen del Carmen, asentando la tradición de Patrona de los Pueblos de Chile y Argentina, corría así el año 1817, pero no será hasta 1923, por decreto papal, que se declara oficialmente «Patrona de Chile» y coronada como tal en 1926.
Como la mayoría sabe, el simbolismo de la Virgen posee su mayor expresión conocida en María, madre de Jesucristo de la tradición judeocristiana, y de ello las distintas expresiones etnohistóricas que se da en cada pueblo en la que se ha «manifestado». Sin embargo, esta es una expresión tardía del simbolismo de la Virgen, de la cual la Iglesia Católica toma para su desarrollo, de otras tradiciones religiosas y sagradas anteriores. Para buscar su precedente, debemos abocarnos a rastrear, despojando la costra cultural, que por milenos el catolicismo romano ha construido sobre la imagen de la Virgen como devota, misericordiosa, de amor y piedad; y que en la desnuda verdad, es todo lo contrario, como lo señala la Sabiduría Hiperbórea, remontándonos a una Virgen de principios completamente contrarios: guerrera, valerosa y sabia.
A la luz de estas verdades, toma relevancia una de las más antiguas representaciones de la Virgen, la asociada con su hijo divino, es decir como Theotókos, como «madre de Dios», de la cual deriva posteriormente la imagen de la Virgen del Carmen. La tradición histórico-religiosa de este conocida iconografía, que ha sido, como hemos mencionado, tergiversada hasta el cansancio, pero que en sus orígenes, habla de una mujer, de una de las primeras deidades femeninas que se registran en la historia, INANNA, Diosa del Panteón Sumerio, que luego pasa a los pueblos mesopotámicos como Ishtar, cuyo origen era el planeta Venus y que será conocida como «Reina de los Cielos». Es a ella quien, en tiempos antiquísimos, se le atribuye la rebelión contra los Dioses que tenían a la Humanidad en la más atroz tiranía, de ella derivan como lo señala la gnósis los atributos del Valor, Virginidad, entre otros. En la tradición mesopotámica, se dice que Semiramis, quedó embarazada y que el espíritu de Nimrod, antiguo y poderoso rey, había entrado en su vientre a través de un rayo de sol, dando a luz así a un niño divino, guerrero y «rebelde»: Tammuz, el liberador del hombre. Son de estas tradiciones y otras más que el judeocristianismo toma para si, adosándolo a la historia de Jesús, encadenado al mito de una Virgen que da a luz a un niño divino, cediendo esta historia a la María cristiana-hebrea.
En este sentido, es fundamental dar un largo recorrido para dar con los orígenes reales de los mitos y simbolismos de la Virgen y despojarlos de las mentiras impuestas por siglos. Mucha de esta verdad se encuentra en el gran libro escrito por Luis Felipe Moyano: «El Misterio de Belicena Villca», llevándonos a un reencuentro con los valores originales, no solo de la Virgen sino de la historia misma de la Humanidad. Por estas razones La Virgen del Carmen, Patrona de Chile, quienes como veganistas, llamamos Virgen de Agharta, nos habla de aquel niño divino, que invita al despertar del ser humano, y revelarnos, como ella nos indica, contra aquellos que nos matienen atados a un mundo de miseria y dolor.